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miércoles, 25 de abril de 2012

Las Sirenas

Su origen se remite a la mitología griega, en ella las sirenas tenían un cuerpo híbrido de pájaro y mujer. Con sus voces maravillosas debían de guiar a las almas al otro mundo, ya que sus voces eran tan especiales que ningún alma podía resistirse a seguirlas.

Los nombres registrados de las sirenas son:  Agláope (la de bello rostro), Telxiepia (de palabras aclamantes) o Telxínoe (deleite del corazón), Pisínoe (la persuasiva), Parténope (aroma a doncella), Ligeia (empleado luego por Edgar Allan Poe para el célebre cuento homónimo sobre una mujer de mortal belleza), Leucosia (como un ser puro), Molpe (la musa), Radne (mejoramiento) y Teles (la perfecta).

Cuenta la leyenda, que las sirenas retaron a las musas a una competición de canto y que después de perder, las musas las castigaron a que perdieran sus plumas. Entonces las sirenas se arrojaron al mar y se convirtieron en un híbrido de mujer y pez.

Al no poder volar, ya no pudieron guiar a todas las almas al otro mundo, y se dedicaron a guiar sólo las almas de aquellos que perecían en el mar.

Orfeo y Ulises se resistieron a sus cantos y no pudieron llevar sus almas al otro mundo, sobreviviendo los dos a una muerte segura en el mar. Hades, dios griego  del ultramundo o de los muertos las castigó entonces quitándoles sus funciones de guías de almas.

 Las sirenas, como venganza hacia Orfeo y Ulises, a partir de entonces, utilizaron sus maravillosas e iresistibles voces para llevar a la perdición a los marineros que se acercaban a la isla donde habitaban, situada en el Mediterráneo frente a la de Sorrento, en la costa de la Italia meridional.