Son seres inmortales de la mitología nórdica, en nórdico antiguo eran llamados álfar. Dice la leyenda que la diosa nórdica de la fertilidad y la belleza, Freya, los creó como espíritus del bien muy poderosos. Aún así hay escritos en la mitología nórdica de que esta diosa concedió a varios hombres famosos por el bien que hicieron a la humanidad el rango de elfos después de su muerte.
Los elfos pueden adquirir la imagen de un hombre o una mujer, siendo éstos de una belleza extrema, pero ya que son seres semi-divinos y no están atados a las leyes físicas son capaces de atravesar paredes y puertas.
Hay escritos de que los elfos que toman forma humana pueden tener descendencia con humanos, la leyenda dice que una línea de reyes locales que gobernaron Álfheim, que se corresponde con la provincia moderna sueca de Bohuslän tenían sangre élfica. El último rey de esta tierra se llamó Gandalf.
miércoles, 25 de abril de 2012
Las Sirenas
Su origen se remite a la mitología griega, en ella las sirenas tenían un cuerpo híbrido de pájaro y mujer. Con sus voces maravillosas debían de guiar a las almas al otro mundo, ya que sus voces eran tan especiales que ningún alma podía resistirse a seguirlas.
Los nombres registrados de las sirenas son: Agláope (la de bello rostro), Telxiepia (de palabras aclamantes) o Telxínoe (deleite del corazón), Pisínoe (la persuasiva), Parténope (aroma a doncella), Ligeia (empleado luego por Edgar Allan Poe para el célebre cuento homónimo sobre una mujer de mortal belleza), Leucosia (como un ser puro), Molpe (la musa), Radne (mejoramiento) y Teles (la perfecta).
Cuenta la leyenda, que las sirenas retaron a las musas a una competición de canto y que después de perder, las musas las castigaron a que perdieran sus plumas. Entonces las sirenas se arrojaron al mar y se convirtieron en un híbrido de mujer y pez.
Al no poder volar, ya no pudieron guiar a todas las almas al otro mundo, y se dedicaron a guiar sólo las almas de aquellos que perecían en el mar.
Orfeo y Ulises se resistieron a sus cantos y no pudieron llevar sus almas al otro mundo, sobreviviendo los dos a una muerte segura en el mar. Hades, dios griego del ultramundo o de los muertos las castigó entonces quitándoles sus funciones de guías de almas.
Las sirenas, como venganza hacia Orfeo y Ulises, a partir de entonces, utilizaron sus maravillosas e iresistibles voces para llevar a la perdición a los marineros que se acercaban a la isla donde habitaban, situada en el Mediterráneo frente a la de Sorrento, en la costa de la Italia meridional.
Los nombres registrados de las sirenas son: Agláope (la de bello rostro), Telxiepia (de palabras aclamantes) o Telxínoe (deleite del corazón), Pisínoe (la persuasiva), Parténope (aroma a doncella), Ligeia (empleado luego por Edgar Allan Poe para el célebre cuento homónimo sobre una mujer de mortal belleza), Leucosia (como un ser puro), Molpe (la musa), Radne (mejoramiento) y Teles (la perfecta).
Cuenta la leyenda, que las sirenas retaron a las musas a una competición de canto y que después de perder, las musas las castigaron a que perdieran sus plumas. Entonces las sirenas se arrojaron al mar y se convirtieron en un híbrido de mujer y pez.
Al no poder volar, ya no pudieron guiar a todas las almas al otro mundo, y se dedicaron a guiar sólo las almas de aquellos que perecían en el mar.
Orfeo y Ulises se resistieron a sus cantos y no pudieron llevar sus almas al otro mundo, sobreviviendo los dos a una muerte segura en el mar. Hades, dios griego del ultramundo o de los muertos las castigó entonces quitándoles sus funciones de guías de almas.
Las sirenas, como venganza hacia Orfeo y Ulises, a partir de entonces, utilizaron sus maravillosas e iresistibles voces para llevar a la perdición a los marineros que se acercaban a la isla donde habitaban, situada en el Mediterráneo frente a la de Sorrento, en la costa de la Italia meridional.
La leyenda de Sant Jordi
Cuenta la leyenda que la ciudad de Montblanc vivía aterrorizada por un gran
dragón que asustaba a todos y causaba daños entre la población y los
animales.
Para tranquilizarlo, los habitantes del pueblo acordaron dar al dragón una persona en sacrificio y para ello, todos los días se realizaba un sorteo en el que salía elegida la persona que debía ser entregada al dragón.
Para tranquilizarlo, los habitantes del pueblo acordaron dar al dragón una persona en sacrificio y para ello, todos los días se realizaba un sorteo en el que salía elegida la persona que debía ser entregada al dragón.
Uno de esos días la mala
suerte le tocó a la hija del rey. Ella era una mujer joven y bella muy admirada
por los habitantes del pueblo, en especial por su padre, quien se resistía a
entregarla en sacrificio. Al ver el sufrimiento del rey muchos ciudadanos se
ofrecieron para reemplazar a la princesa, pero el rey se negaba a que otros
tuvieran que pagar por la suerte de su hija. Además, él era consciente de que su
hija hacía parte del pueblo y por tanto debía seguir las normas que hasta el
momento se habían pactado.
La princesa abandonó la ciudad. Caminando sin prisa en dirección hacia el gran dragón, la princesa se detenía algunos instantes para mirar su pueblo con gran tristeza y resignación. De pronto, cuando menos lo esperaba, apareció un joven caballero con armadura montado sobre un caballo blanco. Al verlo, la princesa le informó de los peligros que podía sufrir estando en ese lugar, pero el caballero se negó a abandonarla y le dijo que él estaba allí para salvarla a ella y a todos los habitantes del pueblo.
La princesa abandonó la ciudad. Caminando sin prisa en dirección hacia el gran dragón, la princesa se detenía algunos instantes para mirar su pueblo con gran tristeza y resignación. De pronto, cuando menos lo esperaba, apareció un joven caballero con armadura montado sobre un caballo blanco. Al verlo, la princesa le informó de los peligros que podía sufrir estando en ese lugar, pero el caballero se negó a abandonarla y le dijo que él estaba allí para salvarla a ella y a todos los habitantes del pueblo.
Este caballero llamado
Jordi, se enfrentó al dragón tan pronto este apareció. Libraron una gran batalla
hasta que el caballero le incrustó una gran lanza al dragón. De la sangre que
derramó el dragón nació un hermoso rosal que Jordi entregó a la princesa después
de haber ganado la batalla.
Así nace la tradición de que el 23 de abril, día de Sant Jordi, todos los enamorados le regalen una rosa a sus novias
Así nace la tradición de que el 23 de abril, día de Sant Jordi, todos los enamorados le regalen una rosa a sus novias
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